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Estar en
feisbuk y llevar un blog o dos, me aporta el tener una idea más concreta y
resumida de los acontecimientos de mi vida y de mis estados de ánimo. Y
confieso que me sorprende contemplar la trayectoria de mi evolución (o no) a
través del tiempo. Lo decía aquel libro que aún estoy esperando a terminar de
leer: las mujeres somos como las olas, continuamente subiendo y bajando, y yo
pensaba que no era del todo mi caso; siempre se está a veces mejor y a veces
peor, no? Todo el mundo es así, eso creía yo. Pero debo admitir que no, no todo
el mundo es así (sobre todo los hombres), y que además yo sufro de un
estereotipo tan flagrante que cuando, ya consciente de mi histórico, he releído
el libro (la parte que me leí solamente), me he quedado ojiplática.
Soy más
complicada de lo que yo creía. Casi siempre mi superficie está en marejadilla o
marejada, es un poco locura (en estos momentos, fuerte marejada). No soy tan
fácil de llevar, ni mucho menos. Y encima me estoy volviendo cada vez más rara.
Rara para mí, me refiero, no sé si me explico. Tenía unos principios, y ahora… madre mía...!
Elijo, asumo
y me escindo para sobrevivir. Con eso de que no me hallo, una parte de mi cabeza ha gestado un alter ego rebelde y bastante psicópata que se exhibe clandestinamente pero sin
tapujos. Cuida su secreto, como un superhéroe, quizá, o como Norman Bates. Es raro y da vértigo, pero también... es liberador, supongo. Cada vez me importan menos determinadas cosas, no
sé si por eso de from lost to the river o por aquello otro de que cambiar de
opinión es evolucionar. Ni idea, pero así es.
Vaaaale, que síiiii, que este ya lo he pueeeeesto. Jótér, luis, es que yo me veo perfectamente, hay que saber dónde mirar pero ahí estoy, qué quieres que le haga.
Nota mental:
intentar meter la fruta en la nevera. El otro día nos olvidamos un melocotón en
el frutero, y con este calor… puf, qué ajquete A punto estuve de quedarme con
la duda de si era yo o no.
Qué movida.