martes, 20 de mayo de 2008

La mentira (confesionario II)



Hace algún tiempo que trato de hacer un ejercicio de conciencia que nunca me sale. Cuando me levanto, me propongo contar todas las mentiras que digo al cabo del día. Chungo. Es como lo de las manías, que parece que no, pero empiezas y no paras. Al principio bien, pero luego me lío con lo de qué son mentiras y qué no y ya voy peor. Total, que para la hora de comer ya he perdido la cuenta.


He podido observar dos cosas:

1) Que el 95% de las mentiras que soy consciente que digo no son de las malas.
2) Que no me queda nada claro si soy una trolera o no.


Porque lo que sí soy es muy payasa, así que la mayoría de las cosas que digo son en broma, lo que significa que no son verdad, ergo son mentira. Dónde está el límite entre los diferentes tipos de engaño? Está complicada la cosa...


Hace poco alguien puso en mis manos un curioso libro titulado
Rarología, de Richard Wiseman, que dedica un extenso capítulo al estudio de la mentira. En él se sugiere que la mayoría de las personas dicen una media de dos mentiras gordas al cabo del día, y que una tercera parte de las conversaciones contiene alguna forma de embuste. Por otra parte, el 8 por ciento afirma no haber mentido nunca, algo que yo creo que es totalmente imposible, lo mires como lo mires. ¿Nunca en la vida mundial? Ni de coña.

Ese mismo estudio pide que traces una R en tu frente con el dedo (si tienes curiosidad hazlo ahora, antes de saber el resultado). Quienes colocan el rabo de la R hacia la derecha de su frente (de forma que puede ser leída por ellos mismos) en teoría suelen ser la misma persona en diferentes situaciones, se guían más por sus sentimientos internos y valores y le dan poca importancia al impacto que tienen sobre los demás, por lo que tienden a ser menos hábiles para engañar. Por el contrario, los que trazan el rabo hacia la izquierda (de forma que podría ser leída por alguien que esté delante) se supone que les parece importante cómo los ven quienes están a su alrededor, por lo que son más capaces de adaptar su conducta a la situación en la que se encuentran, tienen habilidad para manipular la forma en que otros los ven y, en consecuencia, se puede decir que son buenos mentirosos...


Pues sí, yo pinté el rabito hacia la izquierda, y qué. Confirmado. Mejor saberlo que andar engañada toda la vida, no?




Doy las gracias a John Trombón por desvelarme la verdad de mis trolas.
Jótér, luis, vaya movida...

4 comentarios:

John Trombón dijo...

Hice la prueba de la R y salió que soy un perfecto mentiroso. Pero no es verdad. En realidad me apetecía hacer la otra.

JiJiJi

Un besooooo

Miss Misi dijo...

Pues igual que yo. Confirmado entonces.

Hala, a Parla, guapetón.

Anónimo dijo...

HAY GENTE PARA LA QUE MENTIR ES RELATIVO, NO ES MENTIRA, ES SU VERDAD. CUENTAN TALES TROLAS QUE SE LAS CREEN Y LO MÁS LAMENTABLE ES QUE CUANDO PRETENDES HACERSELO VER PASAN DE TÍ

Miss Misi dijo...

Es cierto, pero creo que este tipo de personas que viven su propia realidad ya se pueden clasificar entre las de trastorno mental (véase post del 21 de mayo 'Miedos')

Gracias,
Miss Misi