lunes, 3 de marzo de 2008

Qué glamour, nena! (2ª parte).


La semana pasada, aprovechando que salía del trabajo vestida bastante fashion y con tacones (importante) y que, además, tenía que hacer compra, decidí que era el mejor momento para acercarme a conocer el nuevo autoservicio descuento de mi barrio. Ya me veía yo como la reina del lugar, toda ideal decidiendo glamourosamente entre llevarme tomate natural o tomate frito...

Cuál fue mi decepción cuando me encontré en un supermercado de suelos y paredes rebrillantes y sin mácula, productos perfectamente ordenados y etiquetados y amables cajeras con aseados uniformes. Eso, por no hablar del público: familias que parecían sacadas de anuncios de Calvin Klein, señores buenísimos con una mano dedicada a selección de lechugas variadas y la otra al carrito de su niña, ejecutivas trajeadas con gafas graduadas de Versace estudiando la sección de lácteos bajos en calorías... Qué movida, era la primera vez que veía algo así, todo era como estar dentro de una pesadilla raruna.

No sé por qué me paré delante de las bebidas alcohólicas y me llamaron la atención las curiosas etiquetas. No había ni una conocida. Por fin una pista real que constataba del lugar en el que me encontraba (y, sobre todo, que no estaba soñando). Dry Gin Barnon's (sospechosamente parecida a Gordons), vermut Alvini Rosso, algo que se asemejaba a una botella de vodka Absolut llamada Mikonoff, ron añejo Velero... Eso no se lo bebe ni perry. Estuve a punto de comprar alguna para llevar a casa de algún amigo, vaya putada.


La verdad es que la visita fue de lo más surrealista. Para la próxima vez tengo claro que será mejor ir con chándal y el kiki si quiero ligar un poco mientras hago la compra.


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