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martes, 20 de enero de 2009

Lázaro...

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...levántate y anda! Y se levantó y andó. Anduvo, gilipollas. Bueno, al principio sí que andó un poco gilipollas, pero luego ya se puso bien.
Ja, ja, ja.

Eso es lo que me gustaría decirle a mi gato. Pero sería una putada porque, aparte de resucitar (que debe ser un putadón cojonudo), tendría que bajar desde la sierra hasta nuestra casa, que vienen a ser unos 42 kilómetros. Mucho me parece para un gato podrido.

Tenía un estupendo plan para convertirme en catwoman después de muerta, pero no contaba con que mi gato palmase antes que yo. Tendré que inventar otra cosa. Quizá tenga que empezar a recoger gatos de la calle hasta que me convierta en Eleanor Abernathy. La vieja loca de los gatos, en vez de la heroína sessy. Y yo preocupada por haberme enganchado al feisbuk...

Como no puedo resucitar a mi gato, he pensado que resucitaré mi blog. Mis animales virtuales, Ufe y Alperce, se han alegrado de verme. Yo también, los echaba de menos; echaba de menos esto, pero no me salía. A ver si consigo cogerle el ritmo otra vez, ya tenía ganas de levantarme y andar por aquí.

Gracias a John Trombón por darme el último empujoncito.
Qué movida.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Día de limpieza (III)

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Estoy hasta las bolas de:

-Lo rápido que se ensucia todo.
-Estar siempre pendiente del banco.
-El silencio.
-Mantener conversaciones aburridas.
-Pisar la arena del gato cuando voy por el pasillo.
-Los transbordos interminables del metro.
-Estar tan despistada en general.
-El perezón que me da todo.
-Las contradicciones.
-Mis propios rituales impuestos.
-Hacer las cosas mal.
-Tener frío con la mantita pero calor con el edredón.

Hace poco traté de relajarme columpiándome y resulta que me mareo.
Jótér, luis.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Gatoprofeno trometamol

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Parece probado que acariciar o jugar con un animal estimula la producción de endorfinas, reduciendo el estrés y la ansiedad.

Me encantan los animales. Una de las primeras profesiones que se me ocurrió ser fue veterinaria (lástima en lo que se queda una, insisto) y toda la vida he sentido envidia de las personas que trabajan en los zoos o los acuarios, siempre cerca de los bichos.

Y me flipa lo de las terapias con animales para ancianos, niños o personas enfermas, creo que dice mucho de la naturaleza básica del lugar común de donde venimos tanto ellos como nosotros el que la gente pueda mejorar sus afecciones y trastornos acariciando un perro, montando un caballo o nadando con delfines, algo esto último que siempre he querido hacer (por cierto, alguien sabe a qué huele un delfín? No sé por qué me produce tanta curiosidad, pero el año pasado, en el Oceanogràfic de Valencia se lo pregunté a un cuidador de esos con neopreno que estaba buenísimo y que me respondió "Pues a qué va a oler: a delfín". Menudo idiota, quedé como una estúpida).

Contaba la semana pasada el 20 minutos que en Tokio (muy aficionados a las mascotas y muy solitarios) se están poniendo de moda los lugares adonde puedes ir a tomar un café y además recibir el cariño de los gatos que allí trabajan (léelo aquí). Por qué no harán esas cosas aquí? Quizá porque, aparte de que nadie se cree ese tipo de chorradas, a la que se descuiden los camareros cualquiera trataría de guardarse un gato debajo del jersey o en el bolso para llevárselo a casa, como hace casi todo el mundo con las cucharas de postre, los ceniceros o las cadenas de váter... Una movida.

Estoy empezando a pensar en poner un criadero de gatos para rentabilizar mi plan de 'Resucita convertida en Catwoman'. Así, además de asegurarme un glamouroso regreso, me saco unas pelillas. Ni tan mal.

Desayuno de hoy: café con porra (porra!).
Conversación durante el desayuno: deportes preferidos, la complicación de que los enchufes sean no sean iguales en todos los países, teléfonos móviles y fijos, wifi gratis.

martes, 22 de abril de 2008

Destroyer fiction


Ayer por la tarde me hallaba bajo las mantas tratando de sobrevivir a una contractura muscular que tenía toda la pinta de ser una puñalada asestada con mala leche cuando sonó mi móvil.


No, no era el de la foto. Una mierda, sí.

Era el dueño de una casa rural en la que estuve con mis amigas el año pasado, para comunicarme que ha abierto otra casita, por si quería que me enviara información. Yo le dije que bueno, que me lo mandara, nunca se sabe.


El tiparraco se puso muy contento y se hizo el majo un rato; empezó a preguntarme que qué tal todo, que si me iba bien y eso, como si me conociera de toda la vida, cuando mi relación con él no supera los 15 minutos. Flipé un poco, y mientras le decía amablemente que sí, que bien todo, gracias por preguntar, por mi cabeza iba pasando la siguiente parrafada:

“Pues nada, bien, aquí ando, tratando de decidir si lo que tengo es una apoplejía física o mental, porque estoy en casa un lunes por la tarde, en pijama, con calcetines gordos y debajo de tres mantas, agonizando por una contractura en el cuello de puta madre que seguramente me ha enviado el Monstruo Volador de Espagueti por lo mala que he sido, empastillada hasta las patas y, a falta de la comida que no me puedo cocinar, enchufándome en vena la sexta temporada enterita de ‘Sexo en Nueva York’, que por si no lo sabes tiene 20 capítulos y ya he visto 11 desde que me he podido arrastrar de la cama al sofá, porque es mucho mejor y da más risa ver cómo fracasan los demás, aunque sea ficción, y sobre todo que cuando les va bien y se enamoran y se casan y esas gilipolladas también es ficción y ahí sí que mola que no sea verdad, no crees? Tú no ves ninguna serie? Vaya, pues deberías, es lo mejor que hay, yo estoy enganchada a cuatro o cinco, me encantan que te cagas, querido. No tienes tiempo, no? Claro, con dos negocios ya pues es normal, demasiadas responsabilidades, deberías relajarte y largarte un finde a una casa rural, jaja, y aprovechar para ver alguna serie, te encantaría fijo. Así que eso, que todo bastante chachi y sin novedad, y que si consigo llegar a mañana organizaré un finde para conocer tu nuevo rinconcito, seguro que es ideal. Por cierto, recuerdos a la parienta y al perriflauta que nos llevó a hacer barranquismo, qué pibe más majo, y gracias por llamar”.

Tenía que habérselo soltado. Vaya careto que se le hubiera quedado al tío, ji, ji. Es que hay veces que me dan ganas de hacer unas maldades... Así luego me castiga el Señor Tallarinesco, y con razón.

El capítulo del Post-it. Me moló mogollón. Abstenerse los anti-series:



Atención, el contenido del siguiente vídeo puede desvelar información sobre la serie. Pero si te importa una mierda saber qué va a pasar, pues nada:



Uf, qué cantidad de basura. Lo mejor, el Absolut Hunk de Samantha, sin duda, merecedor de ilustrar mi post.

Al final, como ellas, y aunque estoy tan tiesa que parezco Robocop (nivel de glamour: 1, y porque me he puesto una chaqueta rosa, que si no ni eso), de nuevo he conseguido salir de ésta, y resulta que el mundo sigue como siempre. Y no sólo eso, sino que, al abrir mi e-correo, tenía 36 mensajes sin leer, más otros cuantos que me han llegado por distintas vías. Creo que si hubiera muerto alguien se hubiera dado cuenta, y menos mal, porque aún no he criado suficientes gatos para poder currarme la siguiente fase, la de Catwoman. Reconforta. Gracias a todos.

Eh, qué movida, que no te lo tomes tan en serio.

;-)

miércoles, 9 de abril de 2008

La maldición del blog asesino


Coño, qué mala está la cosa.



Leo en el 20minutos digital el siniestro encabezado de una noticia que reza: '¿Puede un blog matar a sus autores?'.

Jótér, luis, qué miedo. No sé si abrirlo, por si quedo condenada a una muerte segura en unos pocos días. Es perfecto para el argumento de una película japo de terror.


Una peli en la que, sin duda, yo sería la primera que caería, porque como tengo alma de gato al final la curiosidad puede más y lo leo. Dice que a la gente le estresa mucho mantener su blog y que ya han muerto un par de tíos por fallos cardíacos relacionados con el asunto... Las preguntas que se plantean en el artículo son demoledoras: tan arriesgada es la vida del bloguero? Estamos realmente en peligro?


Da qué pensar... Me estresa mi blog? Hombre, a veces un poco cuando tengo periodos de sequía creativa porque mi plazo de entrega es diario (ya ves, impuesto por mí misma), pero creo que no tanto como para que me de un ataque, aunque nunca se sabe... Pero bueno, también dice que eso ocurrió en EEUU (dónde si no, claro) y, según los expertos, ese mercado aquí no tiene tanta competitividad. Y es curioso, si lo piensas la mayoría hacemos esto por puritito amor al arte, porque es como un trabajo pero sin cobrar. Que te lo proponga alguien, verás la cara que pones. Qué movida.


La duda ahora es: me habrá caído la maldición del blog asesino después de leer la noticia, como en 'The ring'? Pues vaya gracia, si ni siquiera dicen el tiempo que me quedaría en ese caso, así que estoy como antes...


En fin, no sé si el ciberespacio se está convirtiendo en un lugar de riesgo, pero después de que unos hackers boicotearan una web para epilépticos y consiguieran que los navegantes sufrieran ataques yo ya me lo creo casi todo.


Ataques al corazón:



Ji, ji, ji! Más:



Cuidado, tú puedes ser el siguiente.
Avada Kedavra.

jueves, 13 de marzo de 2008

De animales


Siempre me han gustado los animales. De pequeña hasta quería ser veterinaria (qué lástima, en lo que se queda uno...).

He adoptado una mascota virtual para mi blog: el Ufe, más majo... Así me hace compañía en este oscuro vacío htmlístico.
Además, a veces son tan divertidos... Yo me lo paso guay con Supermiau.

Flipa:



Qué tal estos?:






Flipa más:



Qué control tiene el bicho... Alucino.

Bueno, por lo menos ahora sé que en el infierno también tendré compañía (los pecados capitales se aplican a las mascotas?):




Y para terminar, un consejillo: enfoca cualquier obstáculo como lo haría un perro: olfatea el problema y si no te lo puedes comer o follar, méate en ello y vete.

Qué movida.